viernes, 27 de mayo de 2011

…Y soplaron vientos de cambios…

…Y soplaron vientos de cambios…

    Antes de tomar la decisión de posicionarme frente a un grupo de alumnos, escuchaba con frecuencia que: a las escuelas céntricas y rurales las distinguían diferencias con respecto a la enseñanza de las distintas ciencias. El recorrido de unos ochenta kilómetros en colectivo me acercó a la Escuela y,  había llegado el momento de ejercer la docencia desde otro lugar y con otra función. Me pregunté: ¿y ahora qué hago? Fui presentado al grupo de veintiséis alumnos por una autoridad de la institución, aquellos estaban callados y expresaban cansancio no de estudio,  sino del trabajo  en las chacras o fincas que precedía a la jornada escolar.
     Presentadas las partes con formalidad. Formulé unas preguntas a los efectos que las respuestas me orientaran acerca de los contenidos, las actividades que realizaban en el aula, no recibí muchas respuestas. Al solicitarle la carpeta a una alumna percibí una enseñanza y aprendizaje de tipo tradicional  con respecto al conocimiento, es decir, preguntas cerradas enfocadas en el hecho histórico, algunos dibujos de éstos acompañaban las actividades. En realidad eran actividades para un nivel de EGB2 lo que realizaban los alumnos en los módulos de Historia de la Ciencia.
     Seguir el camino trazado no era lo que convenía. Comprendí que el introducir cambios en las estrategias de enseñanza y aprendizaje era un riesgo por la respuesta de los destinatarios, como así también, las repercusiones que tendría esto en algunos profesores de la escuela sobre todo los que conservan una postura tradicional con el conocimiento y su enseñanza. Entonces, invité a los alumnos para la próxima clase a ver una película y con entusiasmo me respondieron ¡Qué bueno¡ Como el contenido a trabajar era el método científico, fue así que antes de ver la película de Umberto Eco “El nombre de la Rosa”, explique los pasos que le dan forma a la labor científica y explique el contexto histórico en el que se desarrolla el film. Los alumnos mostraron interés y preguntaron sobre algunas aptitudes de los protagonistas y les entregue una guía de trabajo que tenía como propósito que establecieran relaciones entre la actividad del maestro Williams y el alumno Adso y los pasos de un alumno con aptitud de científico. No fue fácil, pues les había creado un problema, era un obstáculo epistémico que con mucho trabajo pudimos esclarecer  y reconocer al mismo tiempo la importancia de la secuencia aplicada a futuros problemas.
     Llegamos al eje Nº 3,  donde teníamos que trabajar la postura de algunos científicos ante la ciencia contemporánea,  y los alumnos comenzaron a buscar información en la biblioteca de la escuela, en Internet y algunas que le proporcione en su momento. Las clases tenían como centro guiar a los alumnos en su trabajo de investigación y posterior exposición ante el grupo para su aprobación. Algunas preguntas que orientaron el trabajo fueron: ¿sobre qué escribo?  ¿Para qué y quienes investigo? ¿Qué valor tiene lo aprendido para mí y la sociedad? ¿Qué importancia tendrá esta forma de estudiar para estudios superiores?
     Pasaron casi dos meses de trabajo en las aulas acompañando a los alumnos en sus futuras producciones, algunos me esperaban para preguntarme sobre algunos pasos antes de comenzar nuestra hora, en otros reinada un desorden que fueron desapareciendo al ir dando forma a su trabajo. Hubo  seriedad y ganas de parte de los alumnos para realizar el trabajo solicitado. Hubo también eso sí, críticas de algunos colegas quienes consideraban que no era una forma  de enseñar que garantizara saber que los alumnos habían logrado realmente llegar a incorporar los conocimientos enseñados. No faltaron los profesores que a pedido de los alumnos incorporaran esta estrategia pedagógica en sus materias. Algunos se acercaron a mí para preguntarme cómo lo había implementado a los realmente accedí y aporte la experiencia.
    Me di cuenta que algo había cambiado en el grupo, habían encontrado otra forma de llegar al conocimiento que no era la habitual.
     La verdad fue que la distancia que recorría me cansaba pero era compensada por la actitud que desperté en los alumnos, frente a lo desconocido para ellos, como el de asumir protagonismo con sus palabras, las de sus compañeros y la del profesor pero como  más responsabilidad.
     Pasaron dos años más o menos y me encontré a una alumna que estudiaba para docente y me comentó muy contenta que podía aplicar casi en todos los espacios el mismo procedimiento que experimentaron en la secundaria.
    Así fue, como algunos soplos de vientos provocaron  cambios. Me pregunto si seré capaz de seguir haciéndolo en el futuro.
                                                                 

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