Me gustaría que los lectores se tomen un tiempito y lean la autobiografía sobre mi propia trayectoria escolar hasta llegar a cumplir mi meta, que es la de ser una profesora de matemática.
Al principio les aseguro que cuesta empezar a escribir la escritura, pero una vez que se arranca, se vienen diferentes instantes y situaciones a la mente.
Desde ya, espero que les sirva de ejemplo o de ayuda mi relato y les agradezco por el tiempo dedicado.
Era un día viernes ya de regreso a mi casa, después de haberme juntado con mis ex compañeras del terciario (un grupo constituido por seis mujeres, incluyéndome, de diferentes edades y todas con la misma meta cumplida o por cumplir que es la de ser o llegar hacer profesoras de matemática) ya recostada en la cama, desvelada y después de haber hecho dormir a mi pequeño hijo Lautaro de tan sólo tres meses y medio, me puse a pensar en aquella frase que dijo una de las chicas y que quedo rodeando en la heladería; lugar que elegimos para ir a tomar el postre; “ya tres años han pasado desde que terminamos de cursar”; ya tres años, como pasa el tiempo fueron mis palabras y por unos segundos todo quedo en silencio, luego se siguió conversando de otros temas.
Y así fue que inspirada y pensando en esas palabras busque un papel y una lapicera y me puse a escribir todos los momentos que se venían a la mente desde aquel primer momento que decidí lo que iba a seguir estudiando hasta llegar a lo que soy ahora.
Como olvidar ya en quinto y último año de la secundaria, el primer día en que por primera vez entraba por la puerta del curso la profesora de matemática, una profesora que con su forma de presentarse, de comunicarse, de expresarse, de mirar y de explicar conquisto mis deseos de considerarla mi modelo para mi aprendizaje, cada día que pasaba con su presencia y enseñanza conquistaba y despertaba cada vez más mi amor e interés hacia la matemática y fue así que ayudo a mi mente a tomar la última decisión de la carrera que quería empezar a estudiar para mi lograr mi futuro profesional. Ya que también primeramente concurrí a la famosa oferta educativa, y opte por otras carreras; opciones que no me ayudaron para nada a decidirme.
Cuando les conté a mis compañeras de quinto se pusieron re contentas y me apoyaban en la decisión que había tomado, porque ellas se habían dado cuenta que en temas relacionados con la matemática no tenia dificultad y que debía solo esforzarme para lograrlo. También mi familia se alegro mucho de que siguiera estudiando y mi madrina de confirmación me apoyo desde un principio.
Hasta el día de hoy se recuerda con ex compañeras de la secundaria, mis amigas en la actualidad, que era yo quien les explicaba los ejercicios de matemática cuando no los entendían, porque era en la materia que menos dificultad tenia para estudiar. Es así, que no me olvido de un tema que nos enseñaron; La regla de Ruffini, valga la coincidencia que este fue el tema que tuve que preparar para las clases de polimodal para las prácticas.
A pesar de que estábamos en el último año de la secundaria, con todo el tema del buzo, la remera, el color del vestido para la fiesta de egresados y la elección del lugar donde iríamos de viaje de egresados, me averigüe donde podía estudiar, porque no tenía ni idea que terciarios existían para dicha actividad. Fui al terciario de Rivadavia y me informan cuando eran las inscripciones, pero que tenía que preparar y estudiar un cuadernillo para rendir y si rendía mal, no podía inscribirme. Entonces pensé, no tenía mucho tiempo ya que estábamos en diciembre y no recuerdo si se rendía en febrero o marzo, y el otro obstáculo era que si rendía mal perdía un año de estudio, que no era lo que quería, sino que la idea era seguir estudiando sin interrumpir el ritmo que traía de la secundaria y la gente me decía que ya no es lo mismo cuando te frenas un año, como que después de ese descanso cuesta arrancar y podía llegar a pasar más años sin estudiar. Hasta que una compañera se averiguo que existía un instituto llamado donde estaba la carrera de matemática, así fue que una tarde me arrime a averiguar y me atendió la bedel, una señora mayor que ya no está más entre nosotros, y me explico cómo funcionaba ese instituto; por un lado recuerdo que me convenció la idea de estudiar allí porque se cursaba después de las dieciséis hora, hora que me convenía para poder trabajar en la mañana y otra era que se cursaba el pre en los meses de febrero y marzo con cierta asistencia obligatoria, cumplir con los trabajos prácticos completos y si se rendía mal no era eliminatorio, si nivelatorio, por lo citado anteriormente y ya que también el lugar me quedaba cerca de mi casa decidí emprender mi estudio en dicha institución.
Con el fin de tener un título empecé a cursar el pre, al principio era todo un descubrimiento, algo totalmente nuevo. Lo inolvidable fue empezar el primer día de clases y no sentirme sola porque en el curso en una silla sentada estaba una compañera que había cursado conmigo quinto año, no dude un segundo en sentarme con ella, en ese primer año y con el paso del tiempo fuimos formando un grupo más grande, que con ellos nos juntábamos a estudiar y en vez de cuando salíamos a bailar o a algún café. Así también varios fueron dejando la carrera ya sea porque les resultaba difícil, o porque se daban cuenta que no era lo que querían seguir estudiando y se cambiaban a otra, a fin de año el número de alumnos se redujo en gran medida. Por algunas injusticias que pasaron, obvio que no sirve de nada contar en este momento, desaprobé el parcial en una materia; pero esta situación tuvo su pro y su contra, su contra es que perdí un año, y su pro que al comenzar a recursar esa materia conocí un grupo de personas con una calidad humana muy grande y muy cálida, que a través de ellas y con el apoyo de todas las personas que confiaron en mí, pude crecer como estudiante y también como una persona adulta.
Me tomo este párrafo para escribir y contarles lo que sucedió después del primer año de cursar con la compañera y amiga que me senté en aquel primer día de clases, con la que estudie todo el año y con la que compartí salidas, porque ella también fue una que casi paso por la misma situación que la mía, la de recursar una materia, y fue una de las que se cambio de carrera y decide a fin de año estudiar para maestra, así que me abandona en el comienza del próximo año. Es difícil y muy triste contar que luego de un año en que ella curso para maestra en otro establecimiento y ya rendido todas las materias bien, pasando a segundo año y preparando el final de matemática para rendir en las vacaciones de verano, enterarme la mañana del día de reyes de una de las peores noticias que había escuchado en mi vida. Es inexplicable que una persona tan especial y humilde ya no esté entre nosotros tan solo por la culpa de otra persona que andaba por la calle de noche con su camioneta y sin luces.
A pesar de esta difícil situación, empecé segundo año, también al principio fue un dificultoso y raro porque era volver a conocer otro grupo de personas, pero la verdad que al poco tiempo ya habíamos formado otro pequeño grupo con el que compartíamos estudios, charlas y juntadas. Siento que no soy antisocial y ese factor ayuda un poco más a llevarme con la gente. En este nuevo grupo empecé a juntarme con Melisa y Marcela, ellas venían de Rivadavia y no cursaban todas las materias como yo, y así formamos el nuevo trío, que no nos separamos desde ese día, cierto es que ya no nos juntamos como antes y es porque ya Melisa se casó y tiene una hermosa hija llamada Lila y Marcela está trabajando, tiene marido y una bella hija llamada Katherina. Luego todos los integrantes del curso éramos solo un grupo, que nos apoyábamos y ayudábamos los unos a los otros sin pedir nada a cambio. Sin problemas y cada vez más unidos concluimos segundo año. Entre libros, charlas, preparando las materias para rendir primero los parciales y luego aprobado estos, rendir los finales pasamos tercer año, y así cuando quisimos ver con el mismo grupo ya estábamos en cuarto año. De este último año se me viene a la mente el momento en que preparamos la cena de los alumnos de diferentes años y carreras que se egresaban ese año, donde nos pasamos toda la tarde preparando el salón con telas colgando desde el techo por todas partes, los globos, las risas. También compartir la emoción de tres compañeras que participaban en la bandera y esa misma noche les hacían la misa para entregarles la bandera correspondiente. Al final de todo esto y de diferentes situaciones compartidas era penoso pensar que ya no iba ser lo mismo cuando termináramos de cursar, que la vida por diferentes circunstancias nos iba a separar.
Ya la etapa del cursado había terminado, ahora cada una debía ponerse las pilas para estudiar y así recibirse. Un par de chicas se recibieron al año próximo. En mi situación para hacer las prácticas, después de rendir la materia temida por la mayoría de los estudiantes, o la conocida materia, física uno, que nos traba para realizar las prácticas la pude realizar al año siguiente. Cuando finalice las prácticas y pude volcar a través de no sólo lo disciplinar, sino de todo lo pedagógico que había aprendido durante estos años, puedo afirmar que no me equivoqué al tomar la decisión cuando ya en quinto año de la secundaria decidí que quería seguir estudiando para ser una profesora de matemática, como la que un día entro al curso y conquisto mi vocación de ser docente. La etapa de las prácticas profesionales fue extraordinaria y vale destacar que le puse muchas ganas y esfuerzo, que al finalizarlas las profesoras que me evaluaron vieron lo que hice, que la palabra felicitaciones fue mi aliento para terminar de preparar las últimas dos materias que me quedaban para recibirme. Después de unas vacaciones de verano estudiando entre teoría, ejercicios y libros, un 16 de marzo rendí mi última materia y me esperaba a la salida del instituto los ingredientes para quedar lo más parecido a una tarta. Mi meta ese día había concluido, luego de un largo esfuerzo y de estudio.
Luego de dicha situación tuve que empezar con todos los trámites, por empezar después de una larga espera, allá por fines del mes de octubre pude obtener mi analítico con el título, recuerdo que en ese entonces estaba embarazada de cinco meses, y recién ahí pude tramitar el bono y pude realizar en diciembre el psicofísico, igual en este tiempo estaba dando clases en unos cursos que dicta una fundación y ya era mi segundo año que me ejercía como profesora de matemática. La panza crecía, se terminaba el año y no podía presentarme en primer llamado porque para ello me faltaba el psicofísico. La cuestión es que en febrero recién logre tener todos los papeles completos.
Les cuento que en el transcurso de todo este papelerío, el 29 de enero del 2.011 nace mi hijo, que es un sol que transmite su paz y nos alegra todos los días con su presencia.
El ser docente al fin, pude experimentarlo y volcar todo lo aprendido a mediados de marzo, que me presente a un llamado en una escuela de comercio, en la cual pude tomar las doce horas donde trabajé tan sólo un mes.
Terminando de contar mi historia en el paso del tiempo, en la cual no tengo mucha experiencia como docente, pero basta para darme cuenta qué nunca se termina de aprender y cada día que pasa se aprende algo nuevo, por eso ya recibida sigo aprendiendo y siento que a través de mi enseñanza, ya sea en los contenidos conceptuales como actitudinales, puedo enseñarles a otras personas y que puedan aprender a través de mis palabras, les aseguro que esta situación fortifica mi alma. Cuando una alumna me preguntó ¿se nota que le gusta y sabe acerca de matemática?, yo le contesté lo que una vez dijo una profesora en una charla en rol docente, que sabemos de matemática tan sólo un pequeñísimo puntito de lo que ocupa este en toda una pizarra y por otra parte trato de hacerles transmitir a través de mis explicaciones, lo más caseras posible para que ellos no vean a esta área como un monstruo y así desaparecer en ellos el miedo al estudiarla y despertar las ganas de aprender.
Volviendo al principio y re leyendo este relato, la verdad que el tiempo ha pasado…
Interesante el encabezado de tu relato... me recordó a las funciones del epistolario... Una carta puede aconsejar, exhortar, denunciar, amonestar, reclamar, persuadir, consolar, de alguna manera constituye para quien escribe un modo de entrenamiento en el ejercicio de avisar, de advertir sobre algún asunto.... pero una carta... también es un modo de mostrarse ante el lector... es una manera de decir ¿quién soy? escribir entonces es una manera de hacer aparecer el propio rostro ante el otro...
ResponderEliminarPara las profes de matemáticas y para las alumnas que están a punto de iniciarse en la práctica... les envío junto a Patricia y Paula algún material que les puede interesar!!!!!!!! Se los envío vía email para que puedan imprimirlo si quieren! beso grande y gracias por el encuentro!!!!
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